Es normal que ante una crisis, que puede venir de la pérdida de un trabajo, el fracaso de un negocio o simplemente porque no estemos contentos porque nuestro quehacer no se relaciona con nuestros intereses primordiales, reflexionemos sobre nuestra carrera o sobre nosotros mismos, sobre nuestros propósitos. Estos, por diferentes motivos, cambian con el paso del tiempo. Las etapas de la vida son uno de los motivos de ese cambio: a los 22, las preocupaciones (iniciar una carrera profesional, encontrar una pareja adecuada, etc.) son totalmente diferentes de las que se tienen a los 55 (ver a los hijos convertirse en adultos, dejar un legado, etc). Si bien nuestros intereses y habilidades suelen mantenerse a lo largo del tiempo, es posible que su forma de expresión necesite y devenga en una evolución.
Nuestras pasiones y actividades placenteras, esas en las que el tiempo vuela y nos llenan de gratificaciones, nos acompañan desde temprana edad, sólo que basados en la creencia (errónea) que las pasiones de la infancia son incompatibles con la satisfacción como adultos, generalmente las abandonamos para dedicarnos a la tarea de prepararnos de otra manera para una vida como adultos responsables. Las investigaciones sugieren que si no conseguimos reconocer y saciar nuestros intereses primordiales (rasgos de nuestra personalidad, pasiones e intereses) es posible que no podamos experimentar una sensación de plenitud y realización absolutas, aunque hayamos alcanzado el éxito en su sentido tradicional.
Debemos repasar la dirección que ha seguido nuestra vida y reflexionar sobre como queremos conjugar nuestras aspiraciones personales y profesionales. El hecho de reflexionar sobre quienes somos es beneficioso para nosotros y para nuestros clientes, porque evita el desgaste y la desilusión. Es imprescindible la Introspección, parar la pelota o afilar el hacha si valen las metáforas, y la Planificación de las acciones a seguir en base a nuestros Propósito/Objetivos. Trabajar para armar un Modelo de Negocio que tenga en cuenta nuestras habilidades (naturales o aprendidas) y aspiraciones. Así como el Arquitecto dibuja su idea y luego se dan los pasos sucesivos en la construcción, plasmar sobre un papel nuestro Modelo de Negocio, nos clarifica y allana el camino, ordenando las acciones a seguir.
En sucesivas apariciones en este Blog iremos analizando y desmenuzando algunos puntos aquí bosquejados, que servirán para adentrarse en el tema y arrojar luz sobre estas cuestiones tan importantes de nuestro desarrollo personal y profesional.
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Damián Degano